Pues si, todo tiene un comienzo y todo tiene un fin; y como diría mi amiga Susana Gisbert, llega el momento de echar el telón del teatro en Alcalá de Guadaíra.

Hay un teatro notarial, igual que hay un teatro de la justicia; y ese teatro todos los días baja su telón; más de vez en cuando toca cambiar la representación.

La representación de Alcalá de Guadaíra toca tiene sus días contados, pues en uno o dos meses, empezará una nueva en Los Palacios y Villafranca.

Quizás de todos los post que he escrito, este sea el más íntimo, y el que más me cuesta hacer, pues sinceramente es imposible reflejar con palabras cosas que sólo se llevan en el alma y se sienten.

Lejos queda una sentencia y un destino del que sigo enamorado, con unos empleados de los que no guardo grato recuerdo (salvo el siempre honesto y trabajador Alfonso) que provocaron mi salida de Cádiz y mi llegada a Alcalá de Guadaíra.

De hecho parte de la historia arranca una noche que me acosté creyendo que era Notario del que para mi siempre será el destino soñado (Tarifa) y me desperté en esta bendita tierra.

Hablamos de mediados del año 2011, y de cómo un Sevillano de nacimiento y por convicción, retornaba  de la tierra que le había y le sigue robando el corazón, que es Cádiz.

Más que consciente era de lo delicado de la plaza que me tocaba servir, pues Alcalá de Guadaíra es el segundo pueblo más pobre de España.

Fueron meses duros los que pasé, hasta que opté por la más difícil de las situaciones posibles, que era montarme por mi cuenta, y lanzarme sólo a la aventura, con bastante pocos recursos económicos (que vi menguar hasta el punto de tener que vender mi propia casa para poder cumplir mis obligaciones)

De esos meses de soledad, aburrido en el despacho, viendo las moscas pasar surgieron tres cosas:

  • De un lado tiempo para formar a una fantástica persona y mejor profesional que es Pedro (que se viene conmigo a Los Palacios) y que junto a mis siempre queridos Paco y Salud son personas a las que todo cariño y toda admiración es poca.
  • De otro lado el aprender a competir, más que con otros notarios, conmigo mismo, tratando uno a uno y personalmente a cada persona que entraba en el despacho, aprendiendo a decir que no, y aprendiendo del activo más importante que tenemos los Notarios (que son los ciudadanos que entran en nuestros despachos, y que día a día nos dan lecciones)
  • Finalmente este blog; en fruto parte del aburrimiento y en parte fruto de muchas cosas que simplemente estaban ahí, y que poco a poco he podido sacar.

 

No, no he ganado dinero en Alcalá de Guadaíra, al contrario, he perdido el poco que tenía ahorrado; sin embargo la experiencia vivida lo compensa todo.

Citar personas siempre es injusto, y por eso no voy a citarlas, en todo caso, muchos de ellos hace tiempo que son amigos, con algunos de los cuales comparto complicidades que van más allá del día a día del despacho de un Notario.

Seguiré viviendo en Alcalá de Guadaíra, seguiré disfrutando de la pringá, del sopeao, de los fantásticos desayunos de los que tanto hablo cuando voy a Madrid, de unas pastelerías que entran por los ojos, de unas riberas del río Guadaíra por las que pasear es una delicia.

Volveré Dios mediante, el año que viene a madrugar en la noche del Jueves Santo, para ver como penden a Nuestro Padre Jesús, y lo suben al Calvario.

Podría decir que soy un Alcalareño más; sea como sea, lo cierto es que me siento tan a gusto aquí que en realidad soy del Campo de las Beatas (para los que no son de Alcalá, antes convences a uno de Triana que es sevillano, que a uno del Campo de las Beatas que es de Alcalá)

Seguiré disfrutando de quienes hace mucho dejaron de ser clientes para ser amigos, porque una cosa son los asuntos profesionales, que ahora resolverán con el compañero que me suceda o cualquiera de los que queden, y otra los asuntos personales y el placer de tomar un buen café, una buena cerveza (y en verano un buen «vermú» con su «Tani» y su chorrito de ginebra en el Mario) y cómo no del grupete que tenemos montado en casa de Elio.

En el fondo no me voy, me quedo viviendo, y este pueblo siempre tendrá un trozo de mi alma (igual que lo siguen teniendo Cádiz o Posadas)

He sido yo el que voluntariamente y cuando mi Notaría empezaba a ir bien y ser estable, el que ha decidido marchar a un nuevo destino.

El motivo es simple: necesito tiempo.

  • Tiempo para mi
  • Tiempo para mi familia
  • Tiempo para estudiar
  • Tiempo para leer
  • Tiempo para volver a hacer deporte
  • Tiempo para descansar un poco del ritmo frenético que me impone una Notaría en la que no he podido permitirme el lujo de tener unas simples vacaciones en seis años

 

Dicen que no hay nada peor para un blogger que el síndrome de la página en blanco, y es el que se produce cuando estás frente a la pantalla del ordenador y no sabes que decir.

Quizás este post tenga el peor de los síndromes posibles que pueden padecerse, y es el no saber cómo decirlo.

No se cómo dar las gracias, ni cómo decir que Alcalá de Guadaíra me ha hecho sentirme Notario.

Alcalá de Guadaíra me ha enriquecido personal y profesionalmente.

No se cómo decir que me duele mi pueblo y sus problemas.

Quiero a Alcalá de Guadaíra, lo llevo en mi corazón, y que espero haber estado a la altura de sus necesidades (en todo caso he puesto todo mi empeño en ello, y me parece poco el esfuerzo realizado)

Pero sobre todo no se cómo decir que no veo a Alcalá de Guadaíra como un pueblo o como una suma de personas, sino que veo las caras de esas personas, he vivido y compartido sus problemas; me considero privilegiado porque han confiado en mi, y he visto muchas sonrisas y mucha gratitud (cuando en realidad yo simplemente estaba cumpliendo con mi deber y haciendo mi trabajo)

Siempre que me he cambiado (sea de casa o de despacho) tengo por costumbre quedarme sólo al final, y ahí decidir si salgo limpiando el polvo de mis zapatos, o si beso una a una las paredes que me han hecho feliz.

En el mes de septiembre volveré a vivir ese momento y tengo claro que besaré todas y cada una de las habitaciones en las que he vivido todos y cada uno de los momentos que me ha dado este bendito pueblo.

Ahora mismo es difícil explicar la mezcla de ilusión con la que afronto el nuevo destino, y la tristeza por abandonar un despacho en el que he sido muy feliz.

Por lo demás, y sólo a dos individuos les cantaría esta canción. Obviamente el significado de todas y cada una de sus palabras, y sus destinatarios, se queda en mi corazón, nunca han salido del él (salvo con mi mujer) y en él se quedarán.

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