Pues si, en este post van a ver a un Notario hacer el doble pino con pirueta, y no solo hablar de trolls (¿y que tendrá que ver un trol con un Notario?) sino que además va a sostener que son seres tiernos y en cierta manera encantadores (o sea que encima este Notario defiende lo que podríamos llamar «el lado oscuro de la fuerza»).

Con mucha menos vergüenza que miedo, me propongo hacerlo, pero anticipo que este post, será todo menos políticamente correcto, y quizá porque no soy políticamente correcto veo el lado tierno de ese espécimen que pulula por internet, al que llaman trol (al final de este post aclaro como debe escribirse correctamente).

Años y años durmiendo la siesta viendo los programas de la 2, y una juventud marcada por los programas de Félix Rodríguez de la Fuente, me han causado una cierta simpatía a los bichos; y no entiendo como cientos de personas ven programas sobre tiburones, lobos, gusanos y todo tipo de animales peligrosos o asquerosos, mientras duermen la siesta, y sin embargo se escandalizan con un triste trol.

He querido empezar hablando de animales deliberadamente, porque el trol no es mas que eso, un simple bicho asqueroso, un animal dañino que pulula por el mundo digital, pero detrás de un trol siempre hay un ser humano. Por eso me produce la ternura propia que me puede producir todo ser humano, y creo que incluso seria bueno reformar el articulo 14 de la constitución para declarar la igualdad y dignidad de todo ser humano, no ya solo con independencia de su sexo, religión, opinión y raza, sino también de su orientación cibernética.

¿Que es un trol?

Pues poco mas se puede decir que un ser humano tras una pantalla de un ordenador, smartphone o tablet, y que tiene la costumbre de molestar, fastidiar, incordiar, y en definitiva, lo que se llama «dar la morcilla» (por no decir otra palabra más explícita) a otro ser humano.

Igual que hay miles de bichos asquerosos o peligrosos, y cada uno tiene un entorno distinto (el lobo en el monte y el Tiburón en el mar) hay miles de tipos de troles, cada uno en su ámbito, cada uno con un peligro distinto, buscando su propio fin, y molestando de forma distinta.

Sin embargo, vemos programas que hablan de bichos, y poco se suele hablar de los trolls, salvo este articulo de Silvia Barrera y este de Alfredo Herranz.

¿Por que son tiernos los trolls?

Obviamente ver a un lobezno recién nacido y a su mama loba cuidarlo, si de camino te ponen una musiquita ñoña es tierno, y con el trol, pasa igual.

Yo imagino al trol tras su dispositivo, regocijándose en el impacto que va a causar su actuación, paladeando el daño que le va a causar a alguien que no conoce, disfrutando de ese momento de gloria, e intentando calcular la repercusión mediatica que tendrá ese comentario o esa actuación que va a realizar.

Sin embargo el trol, no es sino el reflejo virtual de ese lado oscuro que todos tenemos, es alguien que amparándose en un teórico anonimato, da rienda suelta a esos instintos que todos los seres humanos tenemos en lo más profundo de nuestro corazón.

Supongo que defender a un trol, es imposible, sin realizar una confesión, así que públicamente me confieso trol.

Todo empezó cuando era niño: reconozco que le he hecho todo tipo de perrerías a todo tipo de animales, confieso haberme deleitado viendo a una mosca a la que había cortado las alas intentar moverse, reconozco que le he dado de fumar a sapos y murciélagos, asumo que le he tirado cubos de agua y perseguido a perros que estaban tratando de traer perritos al mundo, y que en definitiva he realizado todas las maldades que un niño es capaz de hacer en un descampado.

Ahora de adulto, paladeo con deleite las redes sociales, me gusta replicar, contestar, provocar, y confieso que especialmente y por deformación profesional, sistemáticamente troleo al Consejo General del Notariado, a la Agencia Notarial de Certificación y al Colegio Nacional de Registradores.

Evidentemente lo hago con mi nombre, con mi apellido, y bajo mi responsabilidad, el trol, lo hace de forma anónima, mariconzona (que diría Fidel Castro), pero en el fondo a mi me sigue recordando a mi infancia.

Yo era niño de pueblo, mis padres me soltaban a jugar a la calle, y en la calle de un pueblo aprendes pronto que lo más recomendable es dar la cara, pues es la mejor manera que existe de evitar que te la crucen.

El trol es el niño de capital; en la capital no hay calles, en la capital rigen las normas de lo políticamente correcto, y no de lo realmente útil; en la capital la gente toma un café mirando al frente (que es algo aburridísimo) se mimetiza con un paisaje hostil y trata de pasar desapercibido.

¿Qué pasa con los trolls?

Pues lo mismo que con los niños , y con las mismas consecuencias.

Los niños de pueblo, están más asilvestrados, dan morcilla a todo bicho que se menea, pero por la calle dan los buenos días a todos los ciudadanos, aprenden a relacionarse, y cuando se pasan de la raya, cualquier vecino les pega un coscorrón que amén de educativo sirve para limpiar de golpe todos los mocos (y pobre del niño como se lo cuente al padre… porque entonces lleva ración doble).

Los niños de ciudad viven con sus maquinitas, aprenden a pasar de largo por delante de personas que necesitan ayuda, están rodeados de seres ajenos y anónimos, y por ello cualquiera que les sonría, los confunde.

El trol, teóricamente es anónimo, pero sinceramente no he visto ningún trol que no deje una ip, un correo, una dirección Mac, o unas pistas que rápidamente no puedan ser analizadas.

El trol es un imprudente que no conoce el ámbito en el que actúa, y se la juega.

El trol es el idiota de capital que coge una aceituna del árbol y la prueba porque cree que está fresca, es el que le tira el cubo de agua a un mastín y no a un perro pequeño, en definitiva, es el niño de ciudad que quiere dar lecciones al niño de pueblo.

No me gusta un internet acéfalo, políticamente correcto, rosa, ñoño y lleno de gatitos; me gusta internet y las redes sociales para pelear y debatir (pues sólo así aprendo) me gusta para dar a conocer mis inquietudes jurídicas (aunque sólo sea para saber que no soy el único loco que piensa ciertas cosas) me gusta para ayudar a los ciudadanos a resolver sus problemas; y me gusta dar a conocer mi oficio y mi pasión que son el ser Notario y el Derecho.

Defiendo al que es distinto, aunque rompa las reglas establecidas, pero creo que hay una diferencia clara y es la creatividad, el trol no es creativo, no aporta, sólo destruye, traslada a alguien que no conoce sus propias miserias y frustraciones.

¿Es bueno tener un trol?

El éxito genera envidia, y la envidia genera troles, existen cientos de programas informáticos que lo miden todo, pero me sorprende que nadie se haya planteado que el éxito en internet se puede medir por el número de ataques de trols; dudo muchísimo que la web de «Ferrallas Indalecio s.l» sea objeto de ataques de troles, o por lo menos muchísimo menos que la web del Real Madrid o del Barcelona, ¿por qué?, pues obviamente porque Ferrallas Indalecio (si es que existe esta sociedad) es una empresa que interesa a pocas personas y el fútbol levanta pasiones.

Yo he tenido un trol, en este blog, y sinceramente me sentí muy halagado, por más que sus comentarios buscaban atacarme en toda la línea de flotación, consultando a Don Alfredo Herranz, me ha recomendado no poner datos personales, por lo que tendré que contar la anécdota de forma un poco más vaga.

Abro el blog y veo un comentario, que no es que fuera insultante, es que era simplemente delictivo, pues me imputaba un delito que no he cometido, y entraba en mi vida más íntima.

El comentario lo hacía un señor que se identificaba como «pepe», y había puesto como gmail «pepeperez@gmail.com», o sea tenía para escoger miles de individuos, tenía la ip, pero simplemente copié y pegué ese gmail en google y en faceboock.

Exactamente en menos de 15 segundos, sabía quién era, cual era su empresa, su dirección, su teléfono (fijo y móvil) tenía una foto suya, de su hijo, de su novia, de las hijas de su novia, y conocía todos los datos íntimos del energúmeno en cuestión (al que por otra parte no había visto en mi vida, aunque visto sus antecedentes resulta que era novio de una amiga de mi ex mujer).

No dudé en llamarlo, y el muy imbécil me preguntó si le amenazaba, por lo que tuve que recordarle, que sabiendo quien era, y donde vivía, así como su edad y estado físico (digamos que bastante diferente al mío), si quisiera hacer algo, no le avisaría, y que la única amenaza era que él había cometido un delito y yo sabía quién era , así que un comentario más y toda la libertad de expresión de la que él hacía gala la iba a tener que alegar ante un tribunal.

Tuvo suerte, se topó conmigo, pero esa criatura se topa con alguien igual que yo, pero sin mis convicciones, y se hubiera arriesgado muy seriamente a una visita, y no creo que habiendo tenido las narices de haber intentado navegar un día que había 51,3 nudos (para los no náuticos eso se llama ahora ciclogénesis explosiva) ese sesentón me hubiera durado más allá de la primera «bofetá a mano abierta».

Hoy he tenido un tierno trol en twitter, y confieso que me ha angustiado mucho (fundamentalmente porque jamas he creído en serio que klout mida verdaderamente la influencia de alguien), he intentado razonar, y he intentado ser correcto con él, pero resulta que el señor en cuestión tiene otro tipo de ambiciones personales, y el que yo haya aprobado unas oposiciones que el no fue capaz de aprobar le ha provocado algún problema.

Al final le he mandado un par de vídeos hirientes (se que cualquier especialista en marketing digital me reñiría por hacerlo) mentalmente lo he mandado a freír monas, y personalmente me he angustiado pensando que quizá los fríos datos que ofrece un programa informático pueden tener razón, y soy más influyente de lo que creía.

Pues como supongo que como diría mi admirado Alfredo Herranz: me importa un pimiento si soy o no influyente, escribo lo que quiero, intento aportar y comunicar lo mejor de mi mismo, y si de camino ayudo a alguien mejor que mejor, pero por amor de Dios, no me hagáis mucho caso, pues tengo muchas dudas; y no es por falsa modestia, sino porque es verdad, soy tan normal y tan humano como cualquiera.

Ante estas historias me planteo muy seriamente cual es el límite de la libertad de expresión, pero sobre todo me planteo mucho más seriamente cual es el alcance del concepto de legítima defensa en el mundo digital, pero supongo que ese es otro #retoblog, así que simplemente creo que en el mundo digital sería muy recomendable una revisión de estos conceptos jurídicos; por lo que por ahora y a esos troles pasados y futuros, les dejo un vídeo (tampoco muy notarial que digamos) que más o menos refleja lo que pienso de ellos (dado que les he llamado mariconzones, creo que con una leve modificación de la letra se entenderá más o menos bien).

 

 

 

 

PD.- Por simples argumentos de SEO y dado que habitualmente se usa la palabra trol, aunque tengo que reconocer que he dudado mucho si se debe de escribir trol o troll, así como si se escribe trolls o troles, siendo que lo correcto gramaticalmente es trol y troles, agradezco profundamente el «troleo» que por twitter me ha dedicado @SrImportante poniendo un enlace que lo aclara, aunque obviamente eso no es trolear, sino compartir, enseñar y ayudarme a mejorar (aunque en esta ocasión creo que el SEO ha de primar sobre la corrección gramatical -pido un poquito de comprensión, y en todo caso disculpas a los que piensen lo contrario, y por eso en ocasiones está escrito incorrectamente-)

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