Hace poco comentaba con una compañera el futuro de nuestra profesión, y le hablaba de los retos que plantea para el notariado la nueva sociedad digital, fenómenos como las DLT, smart contracts, escrow, crowdfunding o la economía colaborativa (de la que luego hablaré).

Con una mezcla de ira y miedo me respondió que soy un adorador de Internet y de lo digital, al mismo tiempo que se quejaba amargamente de la nefasta técnica que tiene el legislador actual.

Tuve que rectificarle, pues a estas alturas de temporada si hay algo que no soy es adorador de absolutamente nada.

Tras sus palabras en el fondo lo que hay es miedo a lo desconocido, y un poco de comodidad.

Recuerdo que mi padre antes de aprobar yo las oposiciones en el año 1997, ya me comentaba que pocas leyes quedaban en vigor desde que él aprobó en el año 1964; de hecho pocas de las leyes que yo estudié en mis oposiciones siguen en vigor hoy en día.

La realidad es que el Notario, como cualquier jurista siempre tiene que estudiar, y que las leyes cambian porque la sociedad cambia, de modo que no es que el Notario estudie por obligación, sino por vocación de servicio.

Podríamos decir que el mundo digital no implica sólo cambios legislativos, sino también técnicos, y que no es lo mismo enfrentarse a una ley que a un ordenador.

Tampoco estoy de acuerdo con dicha afirmación, pues desde que el hombre es hombre ha usado herramientas para comunicarse, y todo el avance que ha tenido el ser humano ha sido gracias a la capacidad del ser humano de comunicarse (y el mundo digital es un mundo de comunicación).

En realidad sólo dos grandes revoluciones ha tenido el ser humano:

  • El fonema, o capacidad de expresar con sonidos ideas y sentimientos, de modo que tiene una comunicación superior a cualquier otro animal.
  • El grafema, o capacidad de reflejar en un documento dichos sonidos, de modo que queda constancia de la comunicación más allá del momento en el que esta se produce.

 

El que ese grafema se haga en escritura cuneiforme, gerogrífica, alfabética, ideográfica, en código binario, o en lenguaje html es secundario; y que se use en una tablilla de barro, de cera, un pergamino o un archivo informático también.

Hoy en día me parece absurdo estudiar como la mujer pasa de la potestas del padre a la manus del marido, o como realizar una manumisión de un esclavo, y me resultan vetustos los mayorazgos.

La sociedad tiene nuevas necesidades y nuevas ideologías, y a ellas me debo (me gusten o no) tiene nuevos problemas, y debo resolverlos.

También me parece absurdo que el Notario estudie caligrafía, o que se moleste en buscar una pluma de calidad.

Las necesidades de la notaría actual, parten de buenos ordenadores y buenas impresoras, pero también de una preocupacion por la seguridad de la red, y por un correcto uso de la firma electrónica (por poner ejemplos sencillos).

Hace mucho que juré mi cargo de Notario, tanto que ni recuerdo exactamente que juramento hice, pero si tengo claro que: fuera el que fuera, juré servir a la sociedad y respetar las leyes.

No puedo servir a la sociedad si no conozco sus necesidades, ni puedo entenderla si vivo de espaldas a ella.

Es curioso que el reglamento Notarial impone al Notario el deber de residir en la plaza en la que está demarcada su notaría.

Ningún problema hemos tenido los Notarios para entender que esta obligacion es fruto de épocas en las que las comunicaciones eran nefastas, y no podía servirse la notaría si no era residiendo en el pueblo.

Más hoy ese deber de residencia creo que debe de hacerse en la nueva aldea que existe (nos guste o no) que es en Internet, y no estar en Internet me parece una irresponsabilidad y una prueba de falta de vocación de servicio.

En definitiva, adoro a mi familia, pero no adoro a ningún cacharro; lo que si tengo claro es que los cacharros son instrumentos del trabajo gracias al cual mantengo a mi familia.

¿En qué puede ayudar Internet a mejorar el servicio?

Os pondré un ejemplo que me dejó pensando cuando fui la últma vez a Madrid, y viví un ejemplo de economía colaborativa.

Una amiga abogado me habló de un aplicativo (prefiero no hacer publicidad) que te permite contratar un chofer privado desde el teléfono móvil.

Me descargué el aplicativo, y decidido a usarlo, pedí ese «chofer» que me recogiera en la estacion de Atocha, donde a la hora acordada, un coche de alta gama, conducido por un señor vestido de chaqueta y corbata me esperaba (todo ello sin contar con que desde mi móvil pude llamarle por teléfono, pues el tren se retrasó un par de minutos).

El señor se bajó del coche, me saludó con unos buenos días, ofreciéndose a meter la maleta, y nada más en el coche, me preguntó si me parecía correcta la temperatura, si quería escuchar la radio y si me apetecía una botella de agua.

Era una persona que tenía muy claro que se puede ser servicial sin ser servil, y hizo el trayecto por seis euros.

Finalizado el trayecto, el aplicativo me permitía puntuar el servicio, pero también le permitía al conductor puntuar al pasajero.

A la vuelta iba con prisas y no podía pedir el conductor, por lo que pillé el primer taxi que me encontré (que por supuesto e igual que los notarios, contaba con su autorizacion correspondiente para ejercer su trabajo)

El taxista iba en chandal, y tenía puesto Radiolé, además de que tenía bajadas las ventanillas pese al frío que hacía en Madrid, cobrándome por el mismo trayecto, que realizó en un coche de gama media 14 euros.

No me voy a meter con los Taxistas, pues muchos y muy buenos profesionales hay en ese sector (y entiendo sus problemas) igual que no me voy a meter con los muchos y muy buenos notarios existentes (cuyos problemas, no es que entienda, sino que vivo día a día).

Sin embargo, creo que aprendí la lección, de que la tecnología puede ayudarnos a conocer las necesidades de la sociedad y mejorar nuestro servicio.

En definitiva y como dice mi amigo y abogado Pepe Núñez, todo se reconduce a:

Renovarse para servir

Por eso y dedicado a aquellos compañeros que siguen aferrados a la idea de que los notarios existen desde el antiguo Egipto (en realidad desde Mesopotamia) y creen que la función del Notario es firmar testamentos e hipotecas (pese a que los egipcios no conocieran la hipoteca) me despido con el vídeo de alguien que teniendo grandes luces, también tuvo grandes sombras, con la esperanza de que el Notariado sepa hacer brillar las primeras y corregir las segundas.