Comparto con vosotros la aventura notarial Americana de Luis Garcés Troncallo

La prestigiosa Escuela de Negocios de la Universidad Standford fue fundada en 1925. Para Luis Garcés Troncallo, graduado cum laude por la facultad de económicas de la  universidad complutense de Madrid, fue un honor entrar a formar parte de su selecto alumnado en un curso intensivo de postgrado.

Luis era un entusiasta del sistema económico anglosajón, rápido y eficaz  como requería el tráfico mercantil  en esta época de economía global y muy lejos de la burocracia del sistema continental europeo, en especial del español, con sus notarios y registradores, loritos perogrullos que se tiraban varios años estudiando desfasados artículos de obsoletas leyes del siglo XIX.

Ahora estaba en la cima del mundo económico. Se sintió pletórico.

En  un luminoso día de mayo, esperando en la cola de un puesto callejero para comprar el mejor perrito caliente de California, conoció  a Estela María, puertorriqueña de inmensos ojos oscuros, inmensos pechos y graníticos gluteos.

Congeniaron enseguida, él debido a las inmensidades desbordantes de Estela María y ella por la fortuna que poseía Luis, heredada de su padre, feroz activista en los años 70 en la lucha contra el franquismo- pertenecióa bandera roja- y comisionista después. (Hizo su patrimonio en diversas cenas con grandes empresarios del sector de obras públicas. Falleció de un infarto cuando le comunicaron que debía ingresar en prisión, debido a su actuación política de conseguidor de adjudicaciones varias).

Como el amor es impredecible, al mes de conocerse decidieron irse a vivir juntos. Estela María convencióa Luis  para que comprase una mansión de estilo colonial en la elitista ciudad  de Atherton, muy cerca del Menlo Park y de la universidad.

Hablaron con el propietario, un conocido de Estela María, y enseguida llegaron a un acuerdo en el precio: 13.100.000 $.

El propio Luis redactó el contrato de venta con sus conocimientos de derecho. Satisfecho de que no tuviese que mediar tercera persona para plasmar el contrato, él mismo junto con Estela María y el vendedor acudieron al notario público Mr. John Carter,  que tenía su colmado en el  Ravenswood Shopping Center, junto a la autopista 101, en Palo Alto. Fueron atendidos por una amable señorita (falda corta y tacones azotéicos) que los pasó a una salita en la que les rogó que esperasen al señor Carter; éste llegó al cabo de un rato vestido de Elvis Presley, se disculpó de su  tardanza, debida según aseguró, a los preparativos de una boda que tenía que celebrar inmediatamente y se fue a la antesala del lugar de la ceremonia, rogándoles que firmasen ante Molly (la de la falda corta). Así lo hicieron, entregando en ese momento un cheque bancario al dueño de la mansión por el precio total de la venta.

Molly llenó el documento de sellos multicolores y se lo pasó a firmar a Mr. Carter a la sazón realizando gorgoritos para aclarar su voz y poder cantar el rock de la cárcel en la ceremonia.

Las nubes grises amenazaban lluvia cuando los dos enamorados se dirigieron a tomar posesión como dueños de su espléndida mansión colonial.

Nada más pasar el atrio de imitación neoclásica con enormes columnas de mármol traído de la lejana Italia, Luis cegado por la pasión, intentótomar en su brazos a Estela María, consiguiéndolo en semi fallo debido a las potencias de la puertorriqueña. Fuera como  fuese llegaron al fin a uno de los amplios dormitorios de la planta alta, donde se entregaron al desenfreno propio de dos jóvenes plenos de entusiasmo y ardor.

Pasadas unas semanas de pasión irrefrenable y de felicidad infinita, estaban a punto de alcanzar la pequeña muerte en una postura ciertamente difícil de definir, cuando les sobresaltó un enorme estruendo seguido de frenéticos pasos, gritos y carreras. Lo primero que llegaron a distinguir en la penumbra del dormitorio, de falso estilo rococó, fueron varias sombras negras que les gritaban: ¡Policía!¡Al suelo! ¡No se muevan! ¡de rodillas!¡manos en la cabeza!

Muertos ya no de la “pequeña muerte” sino de pánico, Luis y Estela lograron a duras penas desentrelazar sus cuerpos pegajosos de sudor y ponerse de rodillas.

-¡Acompáñennos inmediatamente! ¡Están detenidos por ocupar ilegalmente esta casa! -gritó uno de  los SWAT.

Luis, logró tranquilizarse un poco y pidió al energúmeno que le estaba apuntando con un fusil G3SAS que mirase el colorido contrato de compraventa. El Swat  lo miró rápidamente y se lo pasó a un trajeado y pelirrojo señor que, después de examinarlo soltó:

-Esta no es la firma de Mr. Justin Merton, dueño y propietario de esta casa, actualmente de viaje al rededor del mundo.

-Pero, pero… si está autenticado por notario público, balbuceó Luis.

  • – Mr como se llame, en nuestro sistema inmobiliario hay que asegurarse de quién le vende, porque nuestros notarios se limitan a legitimar la firma, llenar de sellos el documento y ¡nada más!

 

Unos meses después cuando Luis Garcés Troncallo estaba siendo sodomizado violentamente  por Marlon, un musculado afroamericano compañero de celda, pensó que en la escuela de negocios de la Universidad Standford  (que fue fundada en 1925) podían haberle explicado con más detalle el sistema inmobiliario anglosajón tan opuesto  al sistema  continental europeo que llevaba funcionando con escasos sobresaltos desde hacía más de dos mil años.

NOTA DE FRANCISCO ROSALES DE SALAMANCA.- El presente post es de un compañero @DaniCendojez, fantástico escritor y gran Notario, que quiere mantener su anonimato, pero al que animo encarecidamente para que se anime a participar del mundo bloguero y comparta con todos su indiscutible talento; si quieren conocer mejor la normativa notarial de USA les recomiendo la lectura del blog de mi compañero José Carmelo Llopis Benlloch.

 

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