Los contrastes de la vida son espectaculares, y quiero compartir con vosotros dos experiencias que he vivido en menos de veinticuatro horas con dos personas completamente diferentes, pero en las que se aborda la misma pregunta ¿es caro el Notario?.

  1. La primera persona llamó por teléfono preguntando por una escritura.
  2. La segunda persona era un abogado (amigo, y cómplice de más de un asunto complicado, añado) que vino a mi despacho.

 

Tan sólo el hecho de llamar por teléfono o acudir al despacho es un claro anticipo de cual es el resultado de ambas historias, de hecho sólo el que me llamaran para pedir presupuesto telefónicamente, me hizo sacar la antena que me recuerda, y me hace recordarle a los clientes (porque esos si los considero clientes, y no ciudadanos) que hay una libertad de Notario que pueden ejercer sin el más mínimo problema.

El de la llamada por teléfono era un señor al que le debían varios miles de euros, y su intención era que el deudor reconociera la deuda, hasta ahí la llamada era normal; pero es que pretendía dictarme la escritura por teléfono, que leyera «rapidito», que la escritura costara no más de cien euros, porque le parecía muy caro otro precio, y por supuesto que se firmara al día siguiente. Con toda la educación que me fue posible le comenté:

  1. Que yo no soy un secretario que redacto según las instrucciones que me da un jefe, sino un Notario, que elaboro escrituras conforme a la voluntad de ambas partes y bajo mi responsabilidad.
  2. Que leo las escrituras a la velocidad que según las circunstancias veo necesarias, es más que nunca leo una escritura, sino que la explico de modo que pueda comprobar que las partes son conscientes de lo que firman y sus consecuencias.
  3. Que mis honorarios están regulados por arancel y que hay escrituras más baratas y más caras, pero que es imposible que un reconocimiento de deuda de varios miles de euros cueste eso, aunque también es difícil que cueste más de 300€.
  4. Que si quiere puede hacer el reconocimiento de deuda en documento privado (eso si, dicho documento no tendrá fuerza ejecutiva) el cual puede elaborar el mismo (quizá lo más recomendable dado que pretendía dictarme la escritura) o puede acudir a un abogado, cuyos honorarios directamente el me cortó con un…»si hombre, un abogado, con lo que cuesta».

 

Confieso que tengo la suerte de no haber sabido más del señor, pero he de reconocer que me alegro mucho de ello, pues por el tono de voz se notaba a leguas que estaba muy acostumbrado: tanto a que le debieran dinero, como a llamar a Notarías (de hecho estamos en Agosto y me da que «su Notario» andaba de vacaciones).

El que se presentó en Notaría, es un abogado y amigo, que por supuesto tiene mi móvil personal (al que llama y manda mensajes cuando le da la gana -y con el que hablo de derecho y otros temas-).

Su asunto era una complejísima operación de cesión de créditos de varios millones de euros.

Su entrada fue completamente distinta:

  1. Lo primero que me dijo fue «Paco esto es un marrón y a ver como le metemos mano… tienes que ayudarme».
  2. Lo segundo que me dijo es que no sabía si la operación se iba o no a firmar, pero que quería avisarme con tiempo para que fuera estudiando el tema, porque luego el cliente vendría con todas las prisas del mundo.
  3. Lo tercero que hizo, es preguntarme que documentación sería necesaria para elaborar la escritura.
  4. Seguidamente me comentó que lo más adecuado para elaborar la escritura era que nos encerráramos en mi despacho un par de tardes, porque la descripción de los créditos era compleja, y entre los dos podríamos hacerla mejor.
  5. Finalmente me preguntó el coste aproximado de la escritura.

 

La ventaja que tiene el ver a la persona, es que comprobé que tenía cierta vergüenza al hacer la pregunta, y que trataba de hacerme ver que él simplemente estaba atendiendo a los intereses de su cliente.

Le comenté que difícilmente el coste superaría los 2.000 euros, aunque por el número de folios que podía llevar la escritura la cifra podría hasta duplicarse. Su reacción fue fulminante.

¿Eso es lo que cobras por esta operación tan compleja y de tanto valor?

Poco tuve que explicarle, pues sabe sobradamente que el arancel notarial no permite cobrar lo que quiero, aunque lo que el desconocía es que es regresivo, esto es:  aunque cuanto más caro es el negocio, es cierto que más cuesta una escritura, sin embargo proporcionalmente cuesta menos.

Ya voy para viejo y los euros me quedan cortos, le comenté que hasta un millón de pesetas la escritura tiene un coste fijo de quince mil pesetas, pero que por cien millones de pesetas (o sea cien veces más precio) el coste no llega a las cien mil pesetas (o sea como mucho nueve veces más).

¿Pero de que fecha es la norma que regula vuestros honorarios? me preguntó.

Pues de Noviembre de 1989, le comenté yo.

¿Veinticinco años sin cambiar vuestra retribución? volvió a preguntar.

Exactamente no, le comenté, raro es el año que desde entonces no hay una rebaja arancelaria (es más la fiscalidad que grava una escritura IVA, ITP/AJD ha subido más de un 25%, de modo que aunque yo cobre menos, las escrituras le salen más caras al ciudadano).

¿Pero y las dos tardes que nos vamos a tirar redactando? ¿y las horas que nos quedan por delante de estudio? siguió preguntando.

Eso forma parte del arancel notarial, le comenté, yo sólo cobro por el número de folios que tiene la escritura, el estudio, el tiempo de redacción, y las explicaciones al cliente no se cobran.

Pero entonces… ¿te compensa firmar esto?.

Pues claro que me compensa:

  1.  Porque es una cantidad importante de dinero que me ayuda a cubrir los gastos del despacho, que como sabes bien, pago yo de mi bolsillo sin que nadie me ayude.
  2. Porque es mi deber y aunque el ciudadano puede elegir el Notario, yo no puedo elegir que quiero firmar o no.
  3. Porque me gusta mi oficio, y para mi es un reto abordar un asunto complejo que se sale de la rutina del día a día.
  4. Porque eres mi amigo, y ver que puedo ayudarte es para mi una satisfacción.
  5. Porque ahora se que hay una persona que valora mi trabajo, comprende mejor mi profesión y confía más en mi.

 

Supongo que en el fondo siempre valoramos poco el trabajo ajeno, y que los Notarios no dejamos de tener el mismo problema que tantos y tantos profesionales.

Recuerdo que mi abuelo me comentaba que los Médicos son malos economistas, pues otro gallo les cantaría si cobraran antes de atender al paciente, y no cuando lo han curado; pues quien acude al Médico con un dolor de cabeza, pagaría millones por la cura, pero una vez que se toma la aspirina considera que es una tontería pagar al Médico.

Con los Notarios pasa algo similar, cientos son los problemas que resolvemos, y los pleitos que evitamos, es cierto que en ocasiones algún compañero mío sale en las noticias, pero recordemos que la noticia es que el hombre muerda al perro no al revés, si computáramos las horas de juicio que se ahorran gracias a la intervención de los Notarios en la perfección de negocios, quizá nos planteáramos de otra forma la pregunta de si es o no caro el Notario.

Para quien quiera ver el coste de un Notario y una escritura pública en distintos países, recomiendo encarecidamente la lectura de este post de mi compañero Dámaso Cruz Gimeno.

¿Qué pensáis vosotros?