No os voy a engañar, si hay un sitio inadecuado para un niño es una Notaría; pues los niños en la Notaría suelen comportarse como niños, de modo que: no entienden nada, si lo entienden es peor, y en último término, dificultan más que el trabajo del Notario, las necesidades de sus padres.
Me gustan los niños, no me molestan lo más mínimo, pero acudir a una Notaría con un niño es como acudir vestido de militar a una reunión de pacifistas.
Se que es difícil criar a un Niño, comprendo que no se pueden dejar solos, que muchas veces tienen pocas opciones, y los padres se ven obligados a llevar a los niños a todas partes; pero dudo que, pese a todo, unos padres lleven a sus hijos a ver una película de adultos.
¿Me está comparando una Notaría con una película de adultos?
Pues si, aunque quizá hayas leído mal, pues yo he dicho película de adultos no película pornográfica.
Hay películas que no son recomendables para la formación de los menores, hay cosas que un menor no entiende, pero sobre todo, si un niño va a una Notaría:
- El padre: o atiende al niño, o atiende al Notario; y lo que el Notario va a decirle requiere toda la atención del padre.
- El Notario: o atiende al padre, o atiende al niño. Resulta verdaderamente difícil estar atento a las dos cosas, y cualquier fallo del Notario, o explicación que omita, perjudicará al padre (y por tanto al niño).
Aún recuerdo un enano de meses que con una carita redonda, y unos mofletes sonrojados decidió que, cada vez que yo hablaba, tenía que hacer él una pedorreta; evidentemente no me molestó lo más mínimo, pero mantener la compostura y no intentar interactuar con el niño provocando esas pedorretas era algo que me resultaba imposible; sin embargo me preguntaba ¿los padres vienen a que les explique el préstamo o a que me ponga a hacer pedorretas con el niño?.
Los niños y los testamentos
No es la primera vez que una abuela aparece en mi despacho para hacer testamento acompañada de su nieto y quizá esa sea la única ocasión en la que verdaderamente me enciendo por la presencia de menores.
Cómo puede alguien hablar de su muerte delante de un niño? la muerte está ahí, lo se, hay que asumirla y aceptarla; los niños no son idiotas y desde pequeños tienen que ser informados, pero me parece impúdico que esa lección la de un abuelo delante de un Notario que para nada conoce al niño; y desde luego es inmoral que delante de un niño se cuenten los problemas familiares a quien el niño ve como un extraño (por no decir que creo que no debería un niño conocer dichos problemas familiares).
El Notario tiene que hablar claro, y créanme que cuesta mucho hacer entender conceptos jurídicos a una persona normal; delante hay un niño el Notario tiene dos opciones: o ejerce de niñera y habla con sutileza (por lo que puede que el testador no se entere) o ejerce de Notario y se pone a hablar abiertamente de temas delicados delante de un niño (que puede sufrir mucho por dichos comentarios).
Los niños y los préstamos
Si lo que acabo de decir se produce en un simple testamento, hablar de préstamos es algo más grave.
¿Creen que es bueno que un niño vea a sus padres pedir prestado? España ha cambiado, pero lo cierto es que cuando en el año 2000 empecé a ejercer de corredor en el norte de Córdoba, algunas personas me pedían que fuera a su domicilio porque en el pueblo estaba mal visto pedir prestado.
Un niño ve un préstamo como la ruina de sus padres, y ese tema le angustia; pero aunque no lo viera así, ¿Creen que es bueno para la educación de un niño el inculcarle que no pasa nada por pedir prestado? ¿no nos hemos enterado aún que lo que se presta hay que devolverlo?.
¿He visto a algún niño dar una lección?
Pues si, se trataba de una familia de tres hijos que apareció en el despacho para firmar una póliza de préstamo.
La señora estaba embarazada del cuarto, y el préstamo era para comprar una furgoneta en la que pudiera caber lo que más que una familia ya empezaba a ser un equipo de baloncesto.
Los niños eran pequeños y muy bien educados, estaban todos sentados, y no molestaban lo más mínimo, pero cuando terminé de explicar la póliza, uno de los «enanos» de unos cinco o seis años pregunta «¿mamá y por qué estamos aquí?».
La madre tranquilamente le dijo «hijo hay que firmar un papel para comprar el coche, y hay que cumplir esa formalidad».
Sólo un niño puede hacer ciertas preguntas, y este era de los que parece que todo lo investigaba, por lo que le preguntó a la madre «¿Y qué es una formalidad mamá?».
Me llamó la atención la pregunta, pues sinceramente no hubiera sabido responderla, por lo que guardé silencio en espera de la contestación de la madre.
«Una formalidad es una tontería que hay que hacer si quieres algo importante».
Estaba claro que esa mente inquieta no iba a quedarse tranquila, así que la pregunta fue inmediata «¿Y por qué algo importante necesita tonterías?».
No pude evitarlo, sin saber bien como acabaría la conversación, decidí interactuar con el niño, y le pregunté «Cuando tu estás viendo dibujitos y mamá te dice que te tienes que acostar ¿por qué crees que lo hace?», sólo un niño puede responder con franqueza y decir la verdad por lo que dio la respuesta que jamás he escuchado dar a nadie en mi despacho «No lo se».
La madre que era una buena madre le dijo «Tesoro te mando a la cama por tu bien, porque tienes que descansar para ir al cole al día siguiente».
Tengo por costumbre tocarle las narices a todo el mundo, y andaba tranquilo, por lo que no me quedé callado y pregunté al niño «¿te gusta el cole?», a lo que el niño simplemente me confesó «No me gusta el cole, es aburrido -salvo el recreo-, pero mi mamá me dice que tengo que ir porque es mi obligación».
Tranquilamente le comenté al niño «ahora tus papas van a tener un hermanito, y tienen obligación de cuidarlo, no pueden dejarlo solo, y por eso necesitan un coche nuevo muy grande, pero tienen que comprarlo»….»¿Tu quieres tener un hermanito?».
El niño sentado con las piernas juntas y con ojos como platos movió la cabeza afirmativamente, y añadió «pero que sea niño, que mis hermanas no juegan al fútbol y son un rollo».
«¿Y crees que tener el coche y un hermanito nuevo es algo muy importante?» los ojos abiertos de par en par me miraban hipnotizados.
Simplemente tus papas tienen que gastar dinero en el coche, como el coche es muy caro les ayuda un Banco a comprarlo, pero el Banco quiere asegurarse que tus papas pagarán poco a poco el coche….»¿sabes lo que es un Banco'».
El niño, con su visión del mundo me contestó, «¿eso es donde antes han estado mis papas y un señor vestido como tu les ha dado unos papeles a ellos, y un caramelo a mi hermana porque no se estaba quieta?».
Se me encendió la bombilla y le pregunté «¿Y un caramelo es algo importante?», obviamente el niño asintió.
Pues mira, lo importante es el coche, y el caramelo es la formalidad; tu sabes que no le han dado el caramelo a tu hermana porque ha sido buena, sino para que no sea mala….esos ojos seguían afirmando.
Pues los mayores para hacer cosas importantes, como comprar un coche, tienen que cumplir una formalidad; pues tanto los niños como los mayores nos tenemos que portar bien y cumplir nuestras obligaciones, lo que pasa es que en el mundo de los mayores no hay caramelos.
No se si el niño me entendió o no, pero espero que al menos los padres entendieran que firmando una póliza dan al Banco un título ejecutivo para el caso de impago, y que lo que ellos llaman «formalidad» es un compromiso por escrito ante un funcionario público que se encarga de explicar el negocio a las partes, de identificarlas, de asegurarse de su capacidad, de controlar su legalidad, y precisamente por eso el cumplir esa «formalidad» da al acuerdo de voluntades un especial valor ante los tribunales de justicia.
Se ve que usted tiene mano con los niños, y se lo explicó muy bien al del caso que cuenta.
Pero sí: hay padres poco conscientes de dónde está bien llevar a sus pequeños y dónde no vale eso de que los demás aguanten sus carreras y gritos «porque son niños». Esta Semana Santa hemos estado en un hotel que se auto-describía como «paraíso de silencio». Íbamos buscando tranquilidad. Pero a unos padres de una niña simpaticona de menos de 2 años (con toda su simpatía, lloraba, gritaba, correteaba..). No sólo eso, sino que los padres se limitaban a reñirla a gritos, desde su mesa en el restaurante, por ejemplo. No entendieron que allí la niña se aburriría, que molestaría a otros clientes que no tienen la responsabilidad ni la obligación de aguantar a SU hija y que ponían en uuna situación incómoda al personal del hotel. O si lo entendieron, les dio igual.
Lo de los niños pequeños acudiendo a los despachos es una auténtica pesadilla.
Aún me estoy recuperando de la señora que, en trámites de divorcio, acudió a mi despacho con el niño, las galletas Príncipe y el zumo de piña. Decía que no podía dejarlo en ningún sitio. Entendí rápido por qué: en la sala de estar desparramó el paquete de galletas y el zumo de piña con unos aullidos indescriptibles.
Con los ojos inyectados en salmorejo me dirigí hacia donde estaba ese pequeño tirano. Curioso lo que es el lenguaje gestual, por Dios; en ese cruce de miradas, de forma inopinada el niño a voz en grito le dijo a su madre: «mamá, vámonos de aquí que no me dejan jugar».
¿Que si volvió? Hummmm, sabes Paco, eso es otra historia.
Deseando conocer esa otra historia compi.
Un abrazo
Simplemente genial, el artículo.
«Tengo por costumbre tocarle las narices a todo el mundo» pero no consiento que lleven hijos a la notaría… la hipocresía del siglo XXI
Hola Jorge.
Jamás he expulsado a un niño de la notaría, ni he reñido a padre alguno por llevarlo; pero ni hipocresía ni nada, simplemente no es la Notaría el lugar adecuado para que vaya un niño, ni un padre puede estar atento a lo que firma y a su hijo.
Si me apuras no estamos ante la hipocresía del SXXI sino ante la mala educación y la falta de criterio de los tiempos que corren el tratar de que un niño entre donde no debe de entrar; pero no te quepa duda, que el niño ni se entera, y que el máximo perjudicado es ese padre que luego pregona a voz en grito «el notario no me explicó».
Saludos