Supongo que a la vista del título, todos estaréis esperando que os comente qué hay una oferta en la Notaría de Los Palacios y Villafranca, en la que por la firma de una escritura te regalo otra, o cualquier tontería similar.

La realidad es muy diferente, aunque también mucho más divertida, pues es la primera vez que veo que siendo un notario de pueblo como otro cualquiera, parece que valgo por dos notarios.

Muy contento estaba una semana en la que sacan en una web que desconocía que mi notaría, a juicio de los editores, es la segunda mejor notaría de la provincia de Sevilla.

No os engaño, si os digo, que me hizo mucha ilusión ver que alguien a quien no conozco me da tan gratificante honor, aunque sinceramente también sentí algo de vértigo, por la responsabilidad, y un punto de verguenza, al ver que hay compañeros a quienes conozco, que ni aparecían en la lista, pese a que personalmente los considero mejores notarios y mejores personas que yo.

Sea como fuere, la semana no había acabado, y aún me quedaba una sorpresa adicional.

Estaba en una de esas mañanas tranquilas en el despacho, cuando un abogado del pueblo aparece con cara de angustia.

Notaba que le costaba trabajo empezar, por lo que me limité a pedirle que me contara el problema, por si podía servirle de ayuda (aunque mucho dudaba que pudiera saber más que un compañero que llevaba tiempo devanándose los sesos con un problema)

Cuando me comentó el problema, esbocé una sonrisa, pues es de esos pocos problemas, que he conseguido arreglar anteriormente (yo muchas veces pienso que más que arreglar problemas los alivio) por lo que me limité a sonreir y decirle que creía que tenía la solución que buscaba.

Es en ese momento cuando la sorpresa salta de la forma más inesperada.

Muy profesional, va y me suelta.

Don Francisco, perdone, no dudo de Ud, pero yo llevo estudiando mucho el tema, y creo que la tengo mejor; de hecho un compañero suyo es el que me ha ilustrado y no creo que vaya a encontrar Ud mejor solución.

Tranquilo, estoy más que acostumbrado a aprender de mis compañeros, así que por mi parte encantado de ver esa solución (le contesté)

Menos mal, porque como lleva poco en el pueblo, no tengo aún suficiente confianza con Ud, y pensaba que le iba a sentar mal que le pidiera que hiciera las cosas tal y como dice otro Notario.

Veamos pues la solución; pero si no te importa, y cuando no haya nadie delante, tuteame, porque me siento muy incómodo cuando un abogado, que es un compañero, me trata de usted.

Es en ese momento cuando el abogado (un poco más tranquilo, pero aún con la cara colorada) saca impresos unos folios, y su cara colorada, pasó al blanco, ante la ostentosa carcajada que pegué, sin ni siquiera leer nada de lo que me presentaba.

Delante de mis narices me veo impreso a papel un post mío, con mi sello (que obviamente reconocí al momento )

Sin darme tiempo a hablar, me suelta

….¿Conoce Ud a ese notario?

No pude evitar soltarle de forma socarrona, que conocerlo lo conocía de algo, aunque personalmente no me fiaba mucho de él.

Pues lo que dice es verdad…me contestó.

Es el momento en el que consideré que, ya estaba bien de guasa, y le aclaré el malentendido, así como que si no había reparado que el nombre del Notario que firmaba el post «casualmente» coincidían conmigo, y que la dirección que aparecía en el post también coincidían «casualmente» con el sitio en el que se encontraba.

Llevarse las manos a la cabeza, empezar a reír a mandíbula abierta conmigo, fue todo uno, al tiempo que soltaba.

Total que al final tengo dos notarios por el precio de uno

Lo más divertido es que aún no termina la historia ahí, pues me comenta que el día anterior mientras estudiaba el tema, se lo había comentado a su esposa (a quien conozco) y que ahora entendía por qué le decía

Mira, déjame ver el partido de España, y si tienes dudas llama al Notario

Obviamente descolgué el teléfono y llamé a la esposa, para «reñirle» por recomendar a otro Notario, a lo que tras una carcajada soltó.

Ya ves….las cosas de mi marido

Obviamente es una anécdota divertida, que carece de mayor trascendencia, aunque volviendo a casa, no paraba de rumiar esa rara virtud que tiene Internet y las RRSS que provocan en nosotros una especie de desdoblamiento de la personalidad.