Acabo de ver un anuncio en la tele en el que una famosa marca de hipermercados habla de los huevos y pollos que vende, cuya trazabilidad puede comprobarse con blockchain.

Siendo blockchain una tecnología que sirve de base a las criptodivisas, me dio un parraque al imaginarme un pollo criptoanarquista (sólo he sentido la misma sensación el día que me imaginé a Paquirrín declamando un poema de Pedro Salinas).

Hace tiempo hubo uno que quería mandar a los notarios de vacaciones con blockchain, e incluso fue entrevistado en numerosos medios de comunicación; hoy estoy por escribir un artículo en el que suelte un anglicismo “send blockchain on vacations”.

Si tienes el privilegio de no haber oido hablar de blockchain, te recomiendo que ni te molestes en preguntarle a google, porque la cantidad de vendehumos que hay sobre la materia es infinitamente superior al de seguidores de cierto programa de cotilleo de la televisión (con sus modalidades limón, naranja y deluxe).

Jurídicamente blockchain es una base de datos que usa firmas electrónicas y sellos electrónicos de tiempo (eso si, simples, y por tanto sin las ventajas que aportan las firmas y sellos cualificados en los artículos 25 y 41 del reglamento eIDAS 910/2014)

Sin embargo: ni la base de datos en algo novedoso, ni porque algo conste en la base de datos tiene por que ser cierto, ni el compartir bases de datos es algo recomendable siempre.

Empecemos diciendo la verdad, y es que el único caso de blockchain que funciona y es útil son las criptodivisas (sobre las que habría mucho que hablar). Todo lo demás es puro humo, inventado por personas que por tener una idea se consideran emprendedores, y artículos escritos por quien sin haber visto un hash en su  vida ahora se presentan como expertos en cuestiones digitales.

Tras el famoso anuncio de blockchain en el hipermercado, subyace la verdad.

Lo primero que deberías hacer es preguntar a la empresa cómo funciona esa blockchain; la respuesta será remitiros a un anuncio publicitario (buscadlo en youtube, porque no le voy a hacer publicidad).

Ante lo sorprendente de esa afirmación, José Antonio Bravo pidió mas aclaraciones, ante lo que le remitieron a una web (concretamente esta) y podéis picar todo lo tranquilamente que os de la gana, porque el enlace falla.

Al final todo el anuncio, consiste en que en la bandeja de los huevos y de los pollos te van a poner un código QR, como tantos códigos QR, y se acabó el invento (aunque continuará la publicidad) por cierto, no estaría de más recordaros los riesgos de los códigos QR.

¿Tiene sentido una blockchain que no sea de criptodivisas?

A fecha de hoy el no es tan rotundo como el que me soltó con diez años la que entonces consideraba el amor de mi vida, y a la que tras dos años del más profundo de los amores platónicos, no tuve mejor ocurrencia que dirigirle por primera vez la palabra y pedirle que me diera un beso.

El fenómeno de las criptodivisas, o dinero que no depende de un estado, pero que es aceptado internacionalmente como medio de pago, es un fenómeno, que ha llegado para quedarse (aunque no sepamos cómo se quedará)

Sin embargo, por más que sospeches de un dinero que no depende del estado, lo cierto es que es un dinero que surge de un programa informático, y que cualquiera puede analizar y revisar ese programa (incluso cambiarlo -eso si creando su propia moneda, que otros aceptarán o no-)

Podrás aceptar o no ese dinero (sea para pagar o para cobrar), podrás darle un valor superior o inferior, pero lo que no puedes es negar que ese dinero (el nombre correcto es token) existe; pues puedes comprobar perfectamente su origen y movimientos.

Distintos son otros usos que se tratan de dar a la blockchain, en las que el token, no va a surgir de un programa informático, sino que va a surgir de los datos que alguien previamente haya introducido.

¿Y si los introduce mal?

Es el caso de los huevos que analizamos, es obvio que el agricultor, interesado en la venta de sus huevos, y el supermercado que también tiene interés en la venta, introducirán sólo los datos que convengan a sus intereses; de modo que interviene un factor humano que: o dará información parcial, o incluso mentirá  en la información facilitada.

Podrás firmar los archivos, e incluso acreditar que existen en una fecha; sin embargo no vas a poder comprobar la verdad.

Dicho de otra manera, que pueda acreditarse que alguien dice que una gallina corría libre por el campo, sólo prueba lo que ha dicho, pero no que la triste realidad es que la gallina ha pasado toda su vida en una jaula.

Dice el refrán “la verdad es la verdad, lo diga Agamenón o su porquero”, vivimos en una sociedad tan formalista, que empezamos a olvidar que las formas son simples herramientas.

Siendo notario en Los Palacios y Villafranca, que es un pueblo agrícola, tengo el privilegio de comer tomates como Dios manda, no salen de blockchain, sino de la tierra, y lo cierto es que desde que trabajo en mi pueblo, jamás compro fruta o verdura en los hipermercados (simplemente porque no saben a nada)

Eso si, cuando le he planteado a algún agricultor el fenómeno de las criptodivisas, me ha soltado un ….pues para los cincuenta céntimos con los que con suerte vendo el kilo de tomates, que luego venden a euro y medio en el hipermercado, no me importaría cobrar en criptodivisas.

PD.- Todos sabéis y habéis visto un hash, pues la letra de vuestro DNI lo es